Genero

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Curso

domingo, 5 de julio de 2015

INDICADORES DE GÉNERO


Los indicadores de género tienen como función específica mostrar los cambios sociales en cuanto a las relaciones de género a lo largo del tiempo. La utilidad de estos indicadores, radica en la habilidad de exponer los cambios en el estatus y rol de las mujeres y de los hombres en distintos lapsos de tiempo y además la medición de si la igualdad de oportunidades está siendo alcanzada a través de acciones planificadas (Dávila).

Los indicadores de género nos permitirán visualizar:

. La medida en que hombres y mujeres participan en proyectos y las razones de las ausencias de los mismos.

. La medida en que se ha tomado en cuenta las necesidades (básicas y estratégicas) de hombres y mujeres y si las acciones responden a las mismas.

. Observar en qué forma se trata o ignora la discriminación de género.

. En qué medida un programa o proyecto afecta los roles de género y si estos son cambiantes en el tiempo.

Es importante reconocer, antes de utilizar indicadores, que todos los indicadores tienen su propia tendencia y/o prejuicio. Ciertos tipos de indicadores, especialmente aquellos cuantitativos reciben legitimidad casi automática porque son considerados objetivos. No obstante, en el uso de indicadores económicos por ejemplo en el ámbito del trabajo, no se tomaban en cuenta la realidad del trabajo de las mujeres, tanto dentro del ámbito público como privado  (Waring, 1994).

El año 1995 y la IV Conferencia Mundial sobre la Mujer celebrada en Pekín impone una nueva gorma de trabajar hacia la igualdad de oportunidades. La Plataforma para la Acción de la IV Conferencia Mundial sobre la Mujer dedica un objetivo estratégico a la necesidad de preparar y difundir datos e información  destinados a la planificación  y evaluación desglosados por sexo y/o específicos de las realidades de mujeres (UNIDAS, 1995).

El principal objetivo para definir indicadores de género es comprobar el cumplimiento de los acuerdos llevados a cabo en el ámbito regional, nacional o supranacional y hacer seguimiento de la situación de mujeres y hombres.

La creación de indicadores de género debe cumplir con las condiciones básicas de cualquier indicador: validez, fiabilidad, sensibilidad, comprensibilidad y accesibilidad. Estos indicadores son líneas maestras en base a las cuales es necesario recopilar información para construir los indicadores de género.

Bibliografía

Dávila, M. Guía Práctica de Genero. In J. d. Andalucia. Andalucia, España: Unidad de Igualdad y Género.

UNIDAS, N. (1995). Retrieved from http://www.un.org/womenwatch/daw/beijing/pdf/Beijing%20full%20report%20S.pdf


Waring. (1994). Si las mujeres contaran. Una nueva economía feminista. Madrid, España.

EL ENFOQUE DE GÉNERO EN EL DISEÑO DE PROGRAMAS Y PROYECTOS


Desde hace más de 4 décadas que el enfoque de género ha sido tomado en cuenta en los proyectos de desarrollo, debido a que las mujeres comenzaron a comprender la importancia de su aporte al desarrollo. Asimismo, las mujeres llegan a entender  su exclusión y marginación de este proceso. Es por cuanto que cualquier actividad, proyecto, programa, política o estrategia de desarrollo necesita de las mujeres, así como también de los hombres para alcanzar su máximo impacto.

Los análisis de género sirven para diagnosticar las relaciones de género y para
deducir las interrelaciones específicas de género con respecto a una situación claramente definida en un país/región y un sector (problema central). Con la ayuda de este análisis se pueden identificar los problemas concretos, los objetivos esperados y los potenciales de mujeres y hombres. Partiendo del análisis efectuado, éste proporciona recomendaciones para la integración de la perspectiva de género en el enfoque metodológico y el sistema de objetivos. De este modo, permite hacer ya en la fase de planificación una afirmación fundada acerca de cómo podrá contribuir la medida a promover la equidad de género. Por lo tanto, contribuye de manera directa a la transversalización del enfoque de género en la práctica (GIZ, 2013, p. 6).

Los resultados del análisis de género permiten formular un sistema de objetivos y un enfoque metodológico con sensibilidad de género. Estos elementos son fundamentales para tener en cuenta en igual medida las necesidades de los hombres y las mujeres en los proyectos y programas y para que los sistemas de seguimiento registren los cambios relevantes que se produzcan. El análisis de género aporta, por lo tanto, recomendaciones para el sistema de objetivos y el enfoque metodológico del proyecto o programa (GIZ, 2013, p. 6).

Operar bajo una óptica de género supone un proceso complejo basado en el aprendizaje de nuevas formar de ‘pensar’ para, a partir de ahí, ‘hacer aplicable’ lo aprendido a cada contexto e intervención concreta. Incorporar la perspectiva de género en una organización o proyecto, además de nuevos esquemas de pensamiento, va a requerir también del diseño de un plan estratégico adaptado a sus características y a sus necesidades. Lo que supone, inexorablemente, contar con recursos específicos –humanos, materiales y temporales- así como con asesoría especializada en políticas de igualdad y género (personas expertas/equipos internos, así como asesorías externas). Unos recursos que van a depender, en definitiva, del compromiso político de las organizaciones así como su disponibilidad operativa y funcional para el cambio (KIDEITU, 2007, p. 27).

Es por cuanto deben reconocerse las relaciones entre mujeres y hombres en los diferentes ámbitos del desarrollo para poder plantear programas y proyectos que tengan un enfoque de género. Este enfoque debe promover la eficiencia y la identificación de las oportunidades para mejorar la redistribución de género y la equidad. Implica que las necesidades de las mujeres dejen de ser analizadas aisladamente para ser parte integrante de un análisis de las relaciones de género en los hogares, en la comunidad y en las instituciones, buscando un desarrollo humano equitativo y superando las desigualdades estructurales, buscándose el empoderamiento de las mujeres y de aquellos en desventaja.

Finalmente, se considera que tanto mujeres como hombres deben participar en la identificación, diseño y ejecución de sus propios proyectos sociales.

Bibliografía                                         

GIZ. (2013). Preguntas frecuentes sobre el análisis de género. Eschborn, Alemania.


KIDEITU, R. (2007). Guía para la incorporación del enfoque de género en los proyectos de empleo y formación. Gobierno Vasco, España.

sábado, 4 de julio de 2015

GENERO, ETNICIDAD Y TRABAJO

Es importante entender la relación existente entre los temas de género y etnicidad con el trabajo y pobreza.  

En el mercado laboral las mujeres tienen menores salarios que los hombres, no porque las mujeres tengan menor educación y/o experiencia, sino solamente porque son mujeres. Asimismo, si una mujer es indígena la diferencia salarial llega a ser mucho más alta. Un hombre no indígena llega a ganar cuatro veces más que una mujer indígena (Jiménez, e.: Ajata, p, 2002).

El trabajo remunerado es una de las principales formas de transmisión de los recursos de la economía a las familias, debido a que la mayor parte de los ingresos de los hogares provienen del trabajo. Por lo tanto, una mujer es tiene menores ingresos y por ser indígena los ingresos del hogar son más bajos aún, esta insuficiencia de ingresos genera problemas de pobreza.

Las mujeres y aquellas indígenas principalmente, tienen una precaria inserción ocupacional, focalizada en actividades de baja productividad en el sector agrícola y en actividades informales de la industria, comercio y servicios.

La estratificación del universo laboral por género, etnicidad y clase es uno de los principales mecanismos de estructuración de las desigualdades socio-culturales y económicas de la sociedad boliviana. El cambio sustancial y sostenible de la distribución de recursos y  oportunidades implica tanto la recomposición del mercado de trabajo y, por lo tanto, de los flujos de ingreso laboral como la distribución directa vía políticas sociales de las riquezas generadas por el país (Wanderley, 2008).

Es por cuanto los proyectos de desarrollo deben focalizarse en el mejoramiento del acceso de las mujeres a un trabajo digno, generación de condiciones equitativas de participación en los mercados, la eliminación de mecanismos discriminatorios al interior de las empresas y del Estado, la inclusión en los sistemas de seguridad de corto (salud) y largo plazo (pensiones) y la redistribución de la responsabilidad del cuidado entre Estado, sociedad y hogares (Wanderley, 2008).

Bibliografía
Jiménez, E.;  Ajata P. (2002). Examinando las diferencias de género y etnicidad de la pobreza en Bolivia. Retrieved from http://www.cepal.org/mujer/noticias/noticias/0/26960/Elizabeth%20Jim%C3%A9nez%20power.pdf


Wanderley, F. (2008). Género, etnicidad y trabajo en Bolivia. In Revista Umbrales No. 18 (p. p. 145). La Paz, Bolivia: Plural editores CIDES – UMSA.

EL DUALISMO DEL PENSAMIENTO AYMARA DESDE LA PERSPECTIVA DE GENERO


Durante los últimos años se ha intentado recuperar diversas nociones del mundo andino, una de ellas es la de “Chacha-Warmi”. Esta noción permite el análisis de la equidad de género, debido a que representa la complementariedad y armonía de dos contrarios, que en el caso del presente documento son el hombre y la mujer en el mundo aymara.

Algunos pensadores llaman al Chacha-Warmi la “Teoría del Desarrollo en el Mundo Andino”, debido a que en la realidad andina no se encuentra una sola autoridad, sino una autoridad doble, que son el Jilaqata (o tata Mallku) y la Mama T’alla respectivamente hombre y mujer de un mismo matrimonio. La comunidad o Ayllu es una especie de gran familia, en la cual la familia nuclear es la unidad  de base. Esta unidad base es fundamental, pues es el punto de equilibrio y de armonización de las identidades hombre y mujer. El hombre (chacha en Aymara) y la mujer (warmi) llegan a la categoría nueva de Jaqi (ser humano) solamente a través de la unión marital. Esta realización nueva es importante: un hombre soltero no podrá ser nunca Jilaqata, y una mujer soltera tampoco podrá ser Mamatalla (Pairumani, 1998).

El Chacha-Warmi es “expresión de convivencia entre partes iguales o diferentes que tengan un propósito común”. En este sentido, el chacha-warmi  trasciende la relación hombre/mujer” para situarse como “relación de complementariedad sin asimetrías” en el propósito de coincidir y buscar juntos (hombre y mujer) “la perfección” (Farah, I. y Sanchez, C., 2008).

Los hechos de la historia reciente en Bolivia y la participación de las mujeres aymaras en los movimientos sociales indígenas y campesinos, han determinado una nueva forma de asumir el rol de la mujer indígena; la construcción síndico-comunal de estos espacios de movilización establece el paso de la mujeres de la comunidad a otra forma de ejercer roles de participación en el espacio público, de manera que se politiza una lucha que condice las lógicas de género explicadas donde hombre y mujer se acompañan y complementan en su accionar (DIAZ M. A., enero-marzo/2010).

Los movimientos sociales también retoman este principio de dualidad: es el caso de la CSUTCB (Confederación Sindical Única de Trabajadores de Bolivia), organización conformada por «campesinos, indígenas y originarios», que es la autodenominación por la cual se reconocen los miembros. Esta incluye a quechuas, aymaras, tupí guaraníes y otros sectores campesinos. Dicho movimiento social tiene como dualidad y complemento la Federación Nacional de Mujeres Campesinas de Bolivia «Bartolina Sisa» (FNMCBBS). La denominación a partir de la cual son identificadas en la sociedad es «las Bartolinas». Tienen como finalidad articular a las mujeres del área rural para que tomen parte en las acciones, movilizaciones y generación de propuestas a partir de una estructura propia que acompañe a las acciones de los varones. Esto bajo la lógica del vínculo chacha-warmi que es el centro articulador de las relaciones sociales (DIAZ, 2006).

En torno es a la noción Chacha-Warmi, se espera que se busquen nuevas formas en las cuales el enfoque de género pueda desarrollar mayores y mejores espacios de equidad, organización, descolonización, despatriarcalización, mayor incidencia de la mujer en los espacios públicos, comunidades y el espacio urbano.  No cabe duda que la nueva Constitución Política del Estado del año 2009 en nuestro país, ha impulsado a que estas nociones de sean reflejadas en una mayor participación de las mujeres en los espacios de decisión y órganos de poder.

Bibliografía

DIAZ, M. A. (enero-marzo/2010). Desarrollo y chacha-warmi: lógicas de género en el mundo aymara. La Paz, Bolivia: Revista Casa de las Américas No. 258.

DIAZ, M. (2006). Desarrollo y chacha-warmi: Lógicas de género en el empoderamiento de la comunidad aymara de Qurpa Machaqa. La Paz, Bolivia : Universidad Andina Simón Bolivar.

Farah, I. y Sanchez, C. (2008). Desafíos de una nueva agenda de género. (p. 89). Perfil de género Bolivia. La Paz, Bolivia : CIDES - UMSA.

Pairumani, F. L. (1998). http://aymara.es.tl/Chacha-warmi.htm.


miércoles, 24 de junio de 2015

DIMENSIONES DEL ANÁLISIS DE GÉNERO EN PROYECTOS PARA DEL DESARROLLO



El enfoque de género, es preponderante para que los efectos de los proyectos de desarrollo alcancen de manera equitativa tanto a mujeres como a hombres. La incorporación, cada vez mayor de mujeres en todo el proceso del ciclo del proyecto, permitirá que los proyectos de desarrollo atenúen las brechas existentes en el acceso de los beneficios.

Las brechas de género son patrones desiguales de acceso, participación y control de mujeres y hombres, sobre los recursos, los servicios, las oportunidades y los beneficios del desarrollo (Inversión, 2011, p. 11).

La metodología desarrollada por PNUD Chile para incorporar el enfoque de género en los programas y proyectos plantea (Inversión, 2011):

. Identificar consideraciones de género tales como la presencia o no de recolección de datos desagregados por sexo.
. La inclusión de la perspectiva de género en el Ciclo del Proyecto (diagnóstico, diseño, ejecución, monitoreo y evaluación).
. La sensibilidad de género de los equipos de trabajo de la institución, entre otros.
 Disminuir brechas de género, por ejemplo, en relación a la capacitación recibida por varones y mujeres de los equipos de trabajo, o la toma de decisiones, etc.

En el contexto de un proyecto, la inclusión de las cuestiones de género habitualmente implica señalar problemas de igualdad mediante datos desagregados según el sexo, preparar estrategias y políticas para solucionar esos problemas, dedicar recursos y capacidad técnica a poner en práctica dichas estrategias, realizar el seguimiento de los resultados, y responsabilizar a las personas y las instituciones que correspondan de la obtención de efectos directos que promuevan la igualdad de género (GEF, 2009).

La igualdad de género no implica que desaparezcan las diferencias entre hombres y mujeres, sino que se refiere a un tratamiento equitativo para ambos en cuanto al acceso a los recursos y los servicios. Para alcanzar este fin, se requiere examinar sistemáticamente las necesidades específicas de hombres y mujeres, intervenir de manera específica de forma que las mujeres y los hombres participen en actividades de desarrollo y beneficiarse de ellas de manera equitativa.

“La igualdad de género no compete sólo a las mujeres; de hecho, intenta adaptar las actividades para que los beneficiarios de los proyectos sean personas de ambos
sexos.  La igualdad de género ofrece ventajas tanto a hombres como a mujeres, y no se puede lograr sin la participación de ambos grupos” (GEF, 2009).

Bibliografía
GEF. (2009). Incorporación de las cuestiones de género en el FMAM. Washington, EEUU: Fondo para el Medio Ambiente Mundial.
Dirección de Planificación e Inversión. (2011). Herramienta 2: Análisis de Actores involucrados con enfoque de género. (p.11). Guía metodológica para la transversalización de los enfoques de interculturalidad y género en la formulación de los proyectos. Ministerio del Ambiente: Ecuador
Urban, A; Bernal, R., Charlot, M.C. (2002). “Enfoque de Género en programas y proyectos de desarrollo”. Washington, D.C.: Banco Interamericano de Desarrollo.